Espiritualidad ¿Cómo desarrollar lo mejor de mi mismo?
Espiritualidad
¿Cómo desarrollar
lo mejor de mi mismo?
La espiritualidad es darle forma material a lo mejor
del ser humano y su Creador
El efecto
de distanciamiento
Unos
de los grandes dramaturgos que me ha impactado de joven ha sido Bertolt Brecht.
Más allá de sus tendencias poéticas y políticas, algo de su teoría teatral me
dejó perplejo hace unos años y de paso, me ayudó a pensar sobre mi
espiritualidad.
Con
sus obras Brecht, además de conmover los sentimientos, obligaba al público a
pensar; en las representaciones teatrales
nada se daba por sentado y obligaba al espectador a sacar sus propias
conclusiones. Hasta el fin de su vida sostuvo la tesis de que el teatro podía
contribuir a modificar el mundo.
Para
ello fue creando una nueva idea del arte como comprensión total y activa de la
historia: el efecto de distanciamiento,
la no contemplación lírica de las cosas y tampoco replegamiento sutil sobre la
subjetividad, sino elecciones humanas y morales, verificación de los valores
tradicionales y elaboración de una nueva presencia de la poesía en la sociedad.
En palabras más sencillas, el dramaturgo buscaba que el público tomara
distancia y pudiera ver en la representación su propia realidad. Algo así como
ver una obra sobre uno mismo.
En
Shakespeare, muchos años antes que Brecht, lo vemos ilustrado en Hamlet.
Hamlet, el hijo huérfano de padre, hizo que
su tío Octavio (acusado u culpable de la muerte de su hermano) viera una obra
de teatro donde un rey es asesinado por su hermano bajo la complicidad de la
reina. Era lo que había sucedido con el padre de Hamlet, el rey asesinado por
su hermano, con la ayuda de la reina. Frente a este espectáculo tan
confrontador, Octavio decidió matar a su sobrino.
El
distanciamiento me permitió pensar en un mecanismo para evaluar la
espiritualidad. Pensemos en la espiritualidad como las energías que nos llevan
a ser personas sanas en nuestras relaciones. La espiritualidad es aquella que
nos impulsa a conectarnos con los demás, con nosotros mismos, con nuestra
cultura y aquello que nos trasciende (la religión le da contenido a esta
trascendencia: Dios).
Cuando
me distancio de mi mismo y veo mis relaciones con los demás: con mis amigos,
hermanos, padres, etc. Cuando me despego de mi individualidad y busco conocerme
a mi mismo con mis complejos, errores, idioteces, etc. Cuando miro a mi
alrededor y disfruto de lo que sucede, de lo que veo, de la naturaleza, del
arte, de la literatura, etc. Cuando decido mirar más allá de todo esto y busco
pensar en el origen, en el creador, en ese Ser supremo que le da sentido a
todo. Cuando esto sucede estoy distanciándome, estoy desarrollando mi
espiritualidad.
Metáfora del árbol
Otra de las formas de entender mi
espiritualidad fue a partir de la métafora del árbol. Pensando en nuestra raíz
como nuestra herencia espiritual, en el tronco como la idea que tenemos del ser
humano, en las ramas como la idea que representa la pluralidad y el fruto como
la acción que manifiesta la espiritualidad. Veamos esto en detalles:
1. Raíz: mi herencia espiritual.
¿Cuál
es mi herencia espiritual? ¿He tenido una herencia religiosa? ¿La he apropiado
o solo es la religión de mis padres? Es importante apropiarse de la herencia
espiritual que tengamos. Tomar una decisión sobre la adopción o no de esa
herencia es vital para definir la raíz de nuestra espiritualidad. Siempre es
tiempo de establecer qué raíces quiero en mi espiritualidad. Algunos especialistas dicen que, como seres humanos nos
desarrollamos en todas las áreas que forman nuestro ser integral. Por ejemplo,
nos desarrollamos físicamente (crece nuestro cuerpo), socialmente (crecen
nuestras relaciones). Pero también afirman que se desarrolla nuestra
espiritualidad.
Durante nuestra infancia la
espiritualidad es copia de lo que vemos de nuestros mayores. Aceptamos todo lo
que nos transmiten como verdad. No nos cuestionamos nada. Detrás de la
espiritualidad de la infancia viene la espiritualidad de la pre-adolescencia,
llamada también dependiente. Esta está relacionada con la pertenencia a un
grupo y a las actividades que se proponen en la dinámica grupal (campamentos,
salidas, etc.). Es un tiempo donde compartimos la espiritualidad con nuestro
grupo, y que el crecimiento depende del progreso del grupo.
La espiritualidad dependiente da
paso a la espiritualidad en busca o “puesta a prueba”. Es la etapa donde nos
cuestionamos lo que nos han transmitido y se emitimos juicios críticos. Es
posible que nos preguntemos sobre otras espiritualidades, religiones y
creencias. Reflexionamos críticamente sobre la espiritualidad heredada. Batallamos
con dudas e inquietudes internas. Es muy importante que vivamos la etapa de la espiritualidad
en busca y que podamos expresar nuestras dudas más profundas acerca de lo que
nos han transmitido. Nuestra espiritualidad debe estar sostenida sobre creencias
que pasen la prueba de nuestras dudas.
Cuando resolvemos nuestros
cuestionamientos, tenemos paz con lo que creemos y podemos compartir nuestra espiritualidad
sin reservas. Establecemos una fuerte relación con lo que creemos y comenzamos
un crecimiento continuado. Empezamos a identificarnos, a asumir
responsablemente un sistema de valores, acciones, actitudes y convicciones. La espiritualidad
se transforma en propia. Recordemos que esta espiritualidad puede ser alcanzada
o no. Es parte de una decisión individual.
2. Tronco: la concepción del desarrollo
humano
Cuando
nos distanciamos y comenzamos a vernos como personas, podremos observar una
serie de dimensiones que, de alguna manera, representan la totalidad de nuestro
ser. Somos seres sociales, emocionales, físicos, intelectuales y espirituales.
Saber
esta estructura única nos permitirá no dividir nuestra vida y vernos como un
todo. En palabras más sencillas, cada aspecto de nuestro ser debe ser
cultivado, potenciado y enriquecido. Cuando esto sucede cada dimensión se
beneficia. Si hago ejercicios físicos las demás dimensiones se verán enriquecidas.
Si leo un libro también. Esto nos permite ver que es sano concebirnos como
seres integrales, seres que tienen dimensiones dinámicas que interactúan todo el
tiempo. Esto también evitará vernos como seres simplemente espirituales o
emocionales, y nos permitirá contemplar cada área y cultivarla.
3. Ramas: la espiritualidad en un marco
pluralista y tolerante
Es
esencial respetar la pluralidad para lograr una sana espiritualidad. Esto es,
respetar a toda persona de otras confesiones, denominaciones y también a
aquéllos que no tienen ninguna creencia religiosa. Ser pluralista en términos religiosos y culturales,
requiere un alto grado de tolerancia y respeto de las diferentes tradiciones
y/o creencias del otro. La espiritualidad en un marco pluralista implica que la
mis relaciones con otros y mis charlas ligadas a “lo espiritual” no sea de
naturaleza proselitista.
Por otro lado, la tolerancia es una
virtud ética que no requiere de nosotros adoptar las creencias y conductas de
los demás. Requiere respetar la dignidad de cada persona, los derechos humanos
y la libertad de conciencia. Esta libertad, sin embargo, no es absoluta:
termina donde comienzan los derechos de los demás. La tolerancia se torna
intolerante frente a todo prejuicio, discriminación y acto de violencia. La
tolerancia nos permite dialogar sobre nuestras diferencias en una forma
pacífica: el diálogo es necesario para traer más luz y progreso en resolver los
grandes dilemas morales.
En una autobiografía que se publicó
en la India sobre Gandhi, dice que en sus días de estudiante se impresionó
mucho al leer los evangelios (biografías de Jesús), y que pensó seriamente en
bautizarse y ser miembro de una iglesia cristiana. Pensaba que en el
cristianismo estaba la solución a los prejuicios raciales y a las diferencias
de casta que afectan a la India y al África del Sur.
Un domingo por la mañana, Gandhi fue
a una iglesia cristiana que estaba cerca, y tenía el propósito de hablar con el
pastor al terminar el culto, para hacerse cristiano. Cuando entró en el templo,
la comisión de recepción se negó a proporcionarle un asiento, y le sugirió que
fuera a una iglesia de los negros. Gandhi salió de aquel templo para no volver
más. “Si también los cristianos tienen diferencias de clase”, pensó,
“permaneceré siendo hindú, y desde allí atacaré el mal.”.
“¡Combatiré tu
opinión hasta el fin de mi vida, pero lucharé con todas mis fuerzas para que tú
puedas expresarla!” (Voltaire)
4. Fruto: la espiritualidad en acción.
La
espiritualidad se manifiesta en lo que se piensa, en lo que se dice y, sobre
todo, en actos de cuidado genuino por el prójimo y por uno mismo mediante
valores puestos en práctica. El cultivo de la espiritualidad requiere que
existan ciertas condiciones en las rutinas de la persona, en la vida diaria y
en las relaciones con otros.
La
espiritualidad es el camino hacia la acción desinteresada por el bien
comunitario. Por lo tanto, toda espiritualidad que nos aleja de la gente es
peligrosa, toda espiritualidad que se vuelve política es tóxica, toda
espiritualidad que infunde miedo es hereje y toda espiritualidad que utiliza al
otro o a Dios para sus placeres hedonistas, es irracional. Cuando la
espiritualidad se pone en acción expresa una vivencia única, donde se dan las
condiciones para ser transformado y beneficiar a otros por medio de esta
transformación.
La parábola del hombre que llora frente a su maestro
-
Pienso en el día en que llegue al cielo. Quizás Dios me esté
esperando para preguntarme por qué no fui como Moisés, como Jesús o como
Gandhi... Me angustia darme cuenta que no voy a poder darle más que excusas
absurdas...
El maestro lo mira y le dice:
-
A mí me pasa igual... pero diferente. Si cuando yo
llegue al cielo, Dios me hace esa pregunta, sé que tendré mucho para
argumentar. Sin embargo, si apenas llegue al cielo, Él me preguntara: “¿Por qué
no fuiste como realmente eres?”, sé que sólo podría bajar la cabeza y quedarme
mudo, porque no tendría ni una sola respuesta para dar...
Por décadas y en diferentes espacios
religiosos, he escuchado frases como Dios
te quiere cambiar, quiere hacerte otra persona. Hoy me doy cuenta que no es
así, que Dios no nos quiere cambiar, sino que quiere transformarnos en la mejor
versión de nosotros mismos, la versión original. Desea que seamos nosotros
mismos, que nos desarrollemos en cada dimensión de nuestra vida, que nos
distanciemos por momentos y podamos visualizar aquellas cosas que no nos hacen
bien, que nos aíslan, que no nos permiten tener relaciones sanas y que nos
hacen perder nuestro norte.
La espiritualidad sanas se
desarrolla en medio de estos tres acciones:
1.
Distanciándome y viendo la
objetivamente mis acciones, relaciones, etc.
2.
Descubriendo y potenciando mi árbol
espiritual: volviendo a mi herencia, enriqueciendo mis dimensiones como
personas, siendo tolerante con el que no piensa como yo y no tiene mis mismos
hábitos, disfrutando de amarme, amar al otro y a lo creador que me rodea.
3.
Buscando ser yo mismo,
redescubriendo en Dios quién soy y cuál es el propósito de mi vida. Y así,
transformarme en la mejor versión de mi mismo.
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