Descansa un poco




«Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron lo que habían hecho y enseñado.

Y, como no tenían tiempo ni para comer, pues era tanta la gente que iba y venía, Jesús les dijo: 
    ―Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco.

Así que se fueron solos en la barca a un lugar solitario.» Marcos 6:30-32


Hace un tiempo estuve en París disfrutando del Museo del Louvre. Es increíble cuánto uno puede ver, conocer y aprender en un lugar así. Siempre había sido un sueño para mí poder visitarlo y cuando finalmente entré, no podía dejar de sacar fotos y sorprenderme de ver tanta cultura junta. Cuando llegué a la sala de Grecia, uno de mis lugares preferidos, me quedé pasmado al escuchar que: los griegos desarrollaron toda su cultura durante los tiempos de ocio o descanso del trabajo formal. Trabajaban durante mediodía y el resto de la jornada la utilizaban para desarrollar otras capacidades. A la negación de ese tiempo de producción de arte, cultura y filosofía fue llamada «negocio».Para ellos lo más importante no era el tiempo de trabajo formal (negocio), sino el tiempo de libre (ocio).
            ¡Wow! ¡Sus tiempos libres eran para leer, aprender, hacer arte, desarrollar su pensamiento e impregnar al mundo conocido de lo que hacían! No podía creerlo. Cuando analicé mi tiempo de ocio noté que lo estaba despilfarrando, desaprovechando y que no lo estaba disfrutando realmente.
            Al investigar más, pude aprender que los griegos realmente disfrutaban de ese tiempo y que era entonces cuando realizaban lo que realmente les apasionaba y les daba vida. Ellos sabían que su tiempo de ocio podía ser importante. Todo lo que generaban en ese tiempo era una prolongación de quienes eran. Cuando terminaban sus negocios, los dejaban de lado y comenzaban a disfrutar de tocar un instrumento, leer, aprender de otros, pintar, hacer esculturas, cantar, bailar, etc. Aún hoy su influencia cultural sigue viva en cada rincón del planeta. Su tiempo de ocio fue esencial para que pudieran hacer aquellas cosas que disfrutaban y que perduran hasta hoy.
            En la lectura de hoy, vemos que Jesús está recibiendo a sus seguidores luego de que ellos fueran a cumplir la misión que Él les habían encomendado. Estuvieron caminando por los pueblos, enseñando, sanando y combatiendo demonios. Este era su trabajo, su «negocio», el tiempo de servicio, de producción. Ellos estaban felices con lo realizado y con los objetivos cumplidos. Tanto era su entusiasmo que hasta se habían olvidado de comer. Jesús, al verlos, hace algo extraordinario: Les propone detenerse. Les pide que se tranquilicen, que tomen asiento, que beban algo y los invita a un lugar tranquilo para que descansen.
            La palabra descanso significa «quitarse el cansancio» y la forma en la que Jesús propone hacerlo es tranquilizándose y yendo a un lugar solitario. Lo que hoy podríamos llamar un «retiro», un momento en donde el ruido debe ser dejado de lado por un instante. El «ruido» pueden ser  los nuevos proyectos, los nuevos desafíos, nuevos trabajos, una agenda llena de cosas por hacer, etc. Jesús propone tiempo de ocio. Un tiempo donde podamos hacer lo que disfrutamos, lo que nos permita renovarnos y que no necesariamente produzca una ganancia. Quizás eso está representado en las relaciones con otros, en los juegos o prácticas de deportes, lecturas, etc.
            Después del sexto día de trabajo en la Creación, Dios mismo decidió descansar. Se tomó su tiempo de ocio, de reposo y comenzó a hacer algo que le sigue gustando hacer: contemplar su creación y darse cuenta que es hermosa.

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