CONVICCIONES
Sea que nos guste o no nos guste, todo
lo que está sucediendo en este momento es producto de las decisiones que
tomamos en el pasado.
Deepak
Chopra
La historia de cada uno es marcada por las elecciones que toma. La
suma de ellas forma el carácter y determina la clase de relaciones que
establecemos con los demás. Cuando alguien decide por sí mismo, nos encontramos
frente a una persona segura y libre. Más allá de las que son cotidianas,
existen una serie de decisiones que marcan hitos en nuestras vidas. Son
aquellas que no olvidamos, que quedan como una cicatriz en el cuerpo. Estamos
tomando decisiones trascendentes, debemos ocuparnos de saber cómo caminar en
este proceso y qué pautas claras podemos tener para hacerlo de la mejor manera.
El proceso de
decidir[1]
Las decisiones son los ladrillos con los cuales construimos
nuestro proyecto de vida. Cada decisión, toma significado en la construcción de
quienes nos estamos convirtiendo, en quienes somos. Es esencial entender que en
el momento de decidir se pone en juego una serie de elementos que nos dirigen
hacia una elección. Por esto, es importante detenernos y definir ciertos
procesos en la toma de decisiones. A la hora de elegir, vale la pena
diferenciar tres conceptos: principios, valores y convicciones.
- Los principios son formulaciones teóricas que expresan un determinado modo de proceder, por ejemplo “Amarás a tu prójimo”. Pueden imponerse intelectualmente y ser aceptados racionalmente, pero no necesariamente provocan el ser afectado por ellos.
- Los valores, representan la apropiación de los principios, se expresan como respuestas intencionales o sentimientos. Se mueve la parte emotiva de la persona.
- Las convicciones son persuasiones, son convencimientos teóricos y afectivos. Son fruto del espíritu. Es algo que se apodera de nosotros, por lo cual vivimos y por lo que estamos dispuestos a jugarnos la vida. Mueven nuestra voluntad.
En resumidas cuentas, los principios
mueven la razón, los valores mueven los sentimientos y las convicciones mueven
la totalidad de la persona.
Desde que nacemos expresamos
nuestras necesidades más básicas: alimento, abrigo, descanso, afecto. Lo
hacemos a través de la risa o del llanto. Al pasar el tiempo, decidimos sobre
asuntos más complejos e importantes. Nos van dando el privilegio de elegir
nuestros amigos, nuestra ropa, aún el tipo de enseñanza formal, pero muchas
veces, no nos recuerdan que implica una responsabilidad.
Al llegar a cierta etapa de nuestra
vida los grandes temas de decisión son: la identidad, la autoestima, la
autonomía, el noviazgo, el sexo, el tiempo libre, las adicciones, la vocación,
el trabajo, el dinero, la espiritualidad, etc. Y la lista continúa. No hay
recetas ni fórmulas mágicas para ayudar a decidir. Pero sí hay pautas que orientan.
Pautas
orientadoras para la toma de decisiones
- Pauta del ajedrez
En el libro Tú dragón interior, Donald
Miller, explica que el tomar buenas decisiones es como un juego de
ajedrez. La idea la obtuvo de una entrevista que vio en la televisión. La
aplicó a su propia vida (que por ese aquel entonces era un caos), para dejar de
meterse en líos y tener una vida significativa.
La única manera de perder en el
ajedrez, y de hecho en la vida, es la sumatoria de malas jugadas. Si por el
contrario, se toman buenas decisiones, no se pierde en el juego ni en la vida
real. No es cuestión de la fatalidad ni del destino. Él propone cuatro
estrategias:
1-
Escribir las metas que
uno tiene en la vida.
2-
Pensar bien cada jugada: prever la próxima
“movida”
3-
Controlar las emociones,
tener paciencia.
4-
Buscar sabiduría: el consejo de los
valores (religiosos, familiares, etc.)
- Pauta de las
preguntas orientadoras
El libro Toma de decisiones, coordinado por Alejandra Mizrahi, presenta las
siguientes orientaciones:
1-
Formula objetivos. ¿Qué quiero lograr?
2-
Evalúa las opciones. ¿Cuál es la forma más
adecuada para cumplirlo?
3-
Detecta los riesgos. ¿Cuáles son las
dificultades, complicaciones y desventajas?
4-
Elige. ¿Me comprometo?
¿Concreto la decisión?
1-
¿Cuáles son las
consecuencias que me traen?
Cada
uno cosechará lo que haya sembrado.
La ley de la siembra y
la cosecha ha sido, y seguirá siendo, una buena pauta para la toma de
decisiones. Hoy se dice que no nos importan las consecuencias de nuestras
decisiones y quizás sea verdad, pero no dejemos de saber que las consecuencias
son parte, como un combo, de las decisiones que tomamos por nosotros mismos.
Características
de las decisiones
Ahora, es importante conocer ciertas
características de las decisiones. Sin la intención de agotarlas, me gustaría
compartir algunas que me han servido en mi propia experiencia:
1.
Las decisiones son el fruto de nuestras convicciones, no de
nuestras creencias.
Generalmente nos
confundimos al hablar de convicciones y creencias. Argumentamos que creemos
esto o aquello. Sin embargo, un momento después, estamos decidiendo o haciendo
todo lo opuesto a lo que dijimos. ¿Por qué? Porque cuando decidimos se ponen en
juego nuestras convicciones, aquello que tenemos muy adentro nuestro y que nos
hace actuar según ese patrón.
Hace algunos años Pepsi y Coca Cola armaron una guerra
publicitaria. En esa ocasión Pepsi presentó un comercial que ilustra lo que
trato de explicarte.
En
la publicidad un chico camina hacia una máquina expendedora de gaseosas. Se
para delante de ella y se da cuenta que por su baja estatura, no llega a tocar
el botón de “su refresco”. Entonces, toma sus monedas, las introduce en la
máquina, saca una lata de la competencia y la coloca en el piso. Luego, realiza
la misma acción y saca otra Coca Cola.
Finalmente, se para sobre las dos latas y sube a buscar “su gaseosa preferida”.
El comercial aún no termina. Cuando baja, deja las latas de la competencia en
el suelo y se aleja disfrutando la suya. Trabajó para lograr su objetivo. Nada
lo hizo cambiar de idea. Sabía lo que quería. Su convicción era clara. Esto nos
hace concluir que nuestras decisiones son el fruto de nuestras convicciones, no
solo de nuestras creencias. O como lo dijo alguien de forma más brillante: “Los que creen en lo que dicen, tienen
creencias; los que viven lo que
creen, tienen convicciones”.
2.
Las decisiones son personales.
Uno de los grandes tesoros
que tenemos como seres humanos es la capacidad de decidir. Muchas veces las
decisiones grupales no nos parecen justas y nos quejamos. Sin embargo, cuando
tenemos la oportunidad de decidir por nosotros mismos no somos lo
suficientemente valientes y, por no quedar como tontos, hacemos lo que hacen
los demás, o nuestros padres o nuestros amigos. Vivimos en un constante “dominó
humano”. Hacemos lo que la mayoría hace para no quedar mal parados. Esto nos
permite ser parte de la masa de gente que generalmente decide mal. Recuerda la
famosa frase que dice “si la mayoría de las personas afirman, repiten y
realizan una estupidez, no deja de ser una estupidez”. No tienes que hacer lo
que otros hacen. No tenemos por qué condicionarnos por las malas decisiones de
los demás. Nuestras decisiones nos afectarán primeramente a nosotros. Nuestras
decisiones son personales.
3.
Las decisiones afectan a otros.
Las decisiones que tomamos influyen también en las personas que
nos rodean. Si no somos Tarzán[2]
o vivimos apartado de la civilización como un monje ermitaño, creo que podemos
entender que cada una de nuestras decisiones afectará a alguien más: a los que
están a nuestro lado. Los seres humanos somos una especie que no puede vivir en
soledad permanente. Necesitamos a otros para completarnos, por esto las
decisiones que tomamos influyen en otros.
Pertenecemos a una cadena formada por diferentes personas y éstas
se ven afectadas de forma positiva o negativa por nuestras decisiones. Por
supuesto, ellos también van a impactarnos con sus decisiones, sea para bien o
para mal.
4.
Las decisiones no deberían depender de las circunstancias.
He tenido
muchos amigos que han tomado decisiones trágicas por las circunstancias que
vivían. Recuerdo a Marcelo. Era una persona maravillosa, amigo como ninguno y
muy divertido. Marcelo tenía una relación muy difícil con sus padres y con su
novia. Cada día trataba de guardar la tristeza que esto le provocaba. Buscaba a
sus amigos o a cualquier persona que le hiciera olvidar el infierno que vivía
en su casa y en su noviazgo. Un día, decidió mal. Apareció muerto en su
habitación con una carta que decía el por qué de su decisión: No soporto las circunstancias que tengo que
vivir.
Hace unos
veranos conocí a Juliana, una chica que irradia felicidad y ayuda en un centro
donde van adolescentes con vidas en riesgo, que viven en familias donde sus
padres son drogadictos o alcohólicos. Ella me contó su historia. Desde pequeña
recuerda cómo su papá golpeaba a su mamá. Él venía de su trabajo con algunas
copas de más y generalmente, se ponía violento con cualquier miembro de la
familia que lo contradecía. Su casa era un infierno. Los hermanos de Juliana
decidieron consumir drogas, en el tiempo que su mamá falleció. La situación era
muy difícil para ella. ¿Qué oportunidades de salir adelante tenía? Sin embargo, decidió que lo que vivía no le
arruinaría su sueño: estudiar.
Cada día se levantaba temprano y leía. Por las tardes, iba a la escuela
con las monedas que le pedía a la gente en la calle. No dejaba de ir a la
biblioteca si necesitaba libros. Un día a la vez, siguió adelante, cumpliendo
su sueño. Su entorno le negaba toda posibilidad, pero ella entendió que podía
saltar más alto que cualquier circunstancia. Luego de terminar su secundaria,
Juliana fue invitada a estudiar en una universidad con una beca completa. Hoy
es maestra en un colegio y colabora con el centro de ayuda escolar de su
ciudad. Su padre sigue emborrachándose todos los días y sus hermanos están
presos por distribuir drogas. Esto nos enseña que nuestras decisiones no
deberían depender de las circunstancias o de los cercanos, sin embargo siempre es prudente pedir ayuda.
5.
Las decisiones tienen consecuencias.
Tal vez piensas que
nuestras decisiones no pesan en un mundo tan grande y con tantos seres humanos.
Ese era el pensamiento de María. Había nacido en Polonia. Era la quinta hija
mujer. Tenía una inteligencia brillante. Amaba estudiar. Pero en la época en
que vivió, su posición socioeconómica y su género se lo impedían. Tuvo que
trabajar y esperar a tener veintiún años para cumplir su sueño: ir a la
Universidad de la Sorbona en París, ya que en la de Varsovia no aceptaban
mujeres. En tres años se recibió de licenciada en Física y Matemática. Se casó con un colega: Pedro. Con
él compartió lo que más amaba: sus hijas y sus experimentos. La decisión de
seguir investigando, los llevó a demostrar la existencia de dos nuevos
elementos, a los que llamaron polonio y radio. Recibió dos veces el Premio
Nóbel, el de Física en 1903 y el que Química en 1911. Sus investigaciones
aportaron a la humanidad: los estudios de Rayos X y la radioactividad para el
tratamiento del cáncer. María Slodowska
Curie tomó decisiones que fueron útiles para millones de personas.
Esta historia nos
sirve para entender que nuestras decisiones siempre tienen consecuencias y que
tal vez con ellas, ¡podemos cambiar la historia!
“Parte de crecer es tomar
tus propias decisiones y vivir con las consecuencias”.
[1]La palabra decisión proviene del
latín (decidere) que significa
cortar. Implica decir sí a una cosa
y no a otra.
Algunas definiciones más sobre tomar
decisiones:
-
“Acción de determinar, resolver, o escoger una opción entre muchas”.
-
“Elegir una alternativa entre varias, la
que mejor satisfaga nuestros objetivos, habiendo calculado los riesgos”.
-
“Proceso por el cual, reflexionando, se evalúan las acciones a seguir,
seleccionando la que se considera la mejor”.
[2] Viejo
personaje de series televisivas, que vivía aislado en la selva y que contaba
con la única compañía de una mona, llamada Chita.
Posteriormente, agregaron el personaje de Jane,
una bella dama. Esto seguramente para que Tarzán no se sintiera tan solo.
Muy bueno! Thanks you por la información 👍
ResponderBorrar