Nuestros hijos adolescentes y sus amistades
Nuestros amigos son personas en las cuales podemos confiar ya que nos entienden y podemos compartir experiencias e intereses. Confiamos en ellos sabiendo que serán benevolentes a la hora de equivocarnos y que nos apoyarán y nos darán su confianza para seguir adelante. Los amigos son importantes en cualquier edad, pero en la adolescencia toma un papel relevante y trascendente.
Como padres comenzamos a notar que la familia comienza a ponerse en un segundo lugar en la vida emocional de nuestros hijos adolescentes. Los de afuera serán esenciales para que nuestros hijos puedan encontrar otros modelos de vida y así decidir qué camino tomar en la formación de su identidad. Esto no significa que los padres dejamos de ser importantes. La influencia que tenemos en nuestros hijos seguirá siendo destacada en esta etapa y su apego también, sin embargo, nuestra influencia va a disminuir por razones obvias: los chicos pasan menos tiempo en casa y tienen otras relaciones sociales que toman mayor relevancia. Estas relaciones serán importantes para alcanzar su independencia. Se afirma, mediante estudios realizados con adolescentes que el tiempo promedio que pasan con sus padres es de 28 minutos al día, mientras que con sus amigos sobrepasan los 100 (sin incluir el tiempo online que pasan luego del encuentro cara a cara).
No obstante, esta relación no solo cambia en cantidad de tiempo sino también en calidad. Los adolescentes indican que dependen más de los amigos que de sus padres o hermanos para obtener compañía e intimidad. Los amigos pasan a ser la fuente de las experiencias más felices y con las personas que más cómodos se sienten por lo tanto con las que pueden hablar de cualquier tema abiertamente. Un estudio realizado en Holanda encontró que más del 80% de los adolescentes decían que su actividad favorita era pasar tiempo libre con sus amigos.
Los investigadores del contexto social de los adolescentes afirman que los amigos proporcionan un puente entre los apegos cercanos que tienen los adolescentes y jóvenes con los miembros de la familia y los que con el tiempo tendrán una relación romántica (a corto, mediano o largo plazo). También los amigos pueden ser un refugio emocional para los adolescentes que tienen relaciones difíciles con sus padres o han vivido su separación o divorcio.
En esta etapa de sus vidas no solo son importantes los amigos para nuestros hijos sino también su grupo de pares. En su actividad escolar nuestros hijos comienzan una especie de lucha por ganar status en medio de una cultura basada en la importancia o la competitividad en algún aspecto. Es aquí donde debemos tener presente que nuestros hijos están inmersos en una batalla de jerarquías dentro del espacio donde se junta con sus pares. Está comprobado que cuando los adolescentes tienen en casa un refugio emocional fuerte y tienen amigos saludables obtienen más fuerzas para batallar frente a las exigencias de los pares que pueden aparecen en la escuela. Profundizaremos un poco más en la diferencia entre amigos y pares en la segunda parte de este artículo.
Amigos y pares de nuestros hijos
Los pares son personas que tienen en común con nuestros hijos ciertos aspectos (edad, afición a un deporte, compañeros del colegio, personas que comparten su fe, etc.). es importante tener presente que muchas veces, como padres, creemos que todos son amigos de nuestros hijos y no siempre es así. Nos gustaría que muchas personas que son sus pares sean realmente sus amigos, pero no somos nosotros quienes eligen los compañeros del camino en su vida, sino que son ellos los que deciden y esto es parte de su crecimiento como personas.
Por supuesto, los amigos son algo muy distinto. Aunque pueden ser también sus pares por cercanía de edad o intereses que los conectan, son personas con las cuales nuestros hijos establecen una relación mutua valorada y es mucho más amplía que solo ser parte de un mismo grupo como es con los pares. El nivel de intimidad y confidencialidad con un amigo es mayor. Estudios realizados en diferentes partes del mundo afirman que la relación de amistad que establecen nuestros hijos está relacionada a las relaciones establecidas dentro del hogar. Es decir, las amistades de nuestros hijos serán saludables en la medida que hayan aprendido a relacionarse de esta manera en el entorno familiar.
Como padres tenemos que comprender que esta apertura de nuestros hijos a las relaciones con sus amigos tiene varios aspectos positivos ya que ellos pondrán en práctica todas la habilidades sociales que han conocido desde la niñez por medio del trato familiar. se conoce que los adolescentes que más confían en sus padres pueden tener relaciones confiables con sus amigos. Es decir, la relación entre nosotros y nuestros hijos sigue latente aunque lo sintamos más alejados. Ellos están ejercitando, de alguna manera, lo que les hemos transmitido hasta ahora.
¿Cómo eligen sus amigos nuestros hijos?
La amistad en la niñez estaba centrada en la oportunidad de jugar con el otro, ahora la amistad pasa a otro nivel donde el diálogo y el compartir los problemas que tienen es esencial. Por esto mismo, la característica distintiva de la amistad en la adolescencia es la intimidad, es decir el grado en que las personas comparten conocimientos, opiniones y sentimientos personales. Nuestros hijos y sus amigos hablan de lo que piensan y sienten, se confían esperanzas y temores, se ayudan a entender lo que les pasa con nosotros (sus padres), con sus profesores y sus pares en la escuela u otro espacio. Por esto mismo es tan importante para ellos poder mantener el contacto permanente con sus amigos, ya que estos son los que de alguna manera le dan sentido a lo que verbalizan nuestros hijos de sus experiencias (a raíz de esto se cuentan todo lo que han pasado en el día).
Ahora bien, ¿qué hace que nuestros hijos elijan a ciertos amigos y no a otros? La razón principal identifica es la semejanza. La identificación en edad, sexo y actividades es base de todas las amistades en cualquier momento de la vida, sin embargo a éstas debería agregar en la adolescencia la importancia de tener la misma orientación educativa (ir al mismo colegio, curso, grado, etc.), las preferencias por los medios de comunicación (programas, música, etc.) y actividades de tiempo libre como también puede unirlos conductas de alto riesgo (exceso de alcohol, salidas nocturnas, etc.). Esto también se observa en el final de la adolescencia y en la llegada de la juventud.
Según algunos especialistas en relaciones interpersonales en la adolescencia, existen, al menos, cuatro tipos de apoyo que pueden proporcionar la amistad en la vida de nuestros hijos:
- El apoyo informativo es el consejo y orientación en la solución de problemas personales, como las dificultades con los amigos, las relaciones románticas, padres o escuela. Es común que los adolescentes pasen por experiencias similares debido a la semejanza en edad. Esto es particularmente cierto en el caso de los amigos, porque se escogen debido en parte a sus semejanzas.
- El apoyo instrumental es la ayuda en diversos tipos de tareas. Los amigos en la adolescencia de nuestros hijos se apoyan unos a otros en tareas escolares, cosas que deban hacer en sus casas (tareas domésticas), prestándose dinero y cosas similares.
- El apoyo de compañerismo es ser capaz de confiar en el otro como compañeros de actividades sociales. Tener el apoyo de otro para hacer algo es esencial para tener motivación de hacerlo sino no quiere realizarlo. Cuantas veces le hemos preguntado a nuestros hijos ¿qué harías si tus amigos se tiraran al vacío? Muchas veces en su mirada está la respuesta: se tirarían también. Esto significa compañerismo.
- El apoyo a la estima es lo que los amigos adolescentes se proporcionan al felicitarse cuando tienen éxito (palabras como “capo”, “genio”, etc.) y al animarse o consolarse cuando fracasan (“no es nada”, “ya va a pasar”, etc.). Valoran mucho que alguien esté a su lado en los momentos buenos y los malos.
Al ver la forma en que nuestros hijos eligen a sus amigos podemos pensar alrededor de la influencia que ejercen unos a otros. Es importante comprender que los pares no tienen tanta fuerza de influencia como los amigos. Por esto nuestro foco debe estar en qué clase de amistad tiene nuestros hijos y como éstas pueden ayudarles en su mejora como personas. Las conductas de riesgo no parecen con los amigos necesariamente sino que muchas veces son nuestros hijos quienes eligen a personas que desean realizar esas mismas conductas y se potencian para llevarlas a cabo. No existe una correlación directa entre amigos y conductas de riesgo, sino lo que se titula a esto como asociación selectiva, es decir “me junto con esta persona para hacer esto o aquello”. Por esto mismo veremos a nuestros hijos con varios grupos de amigos, cada uno se corresponde con conductas, algunas de riesgo otras no.
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