Dejar de vivir





Suicidio o dejar de vivir

Me miro a mi misma,
Y no me veo
Una cara indescriptible,
Sin forma,
Sin aspecto.
Estoy sola,
He perdido la noción del tiempo
En el cual solía vivir.
He olvidado la noción de la vida
En la cual solía creer.
(Fragmento de una nota de una chica de 17 años antes de suicidarse)


El suicidio ha sido siempre un tema tabú y hemos silenciado su abordaje. En este último tiempo he visto a mucha gente preocupada por cómo identificar esas señales que nos pueden dar indicios para intervenir en medio de una situación o posible situación de suicidio. No es un hecho aislado, sino que está conectado con situaciones de dolor, situaciones de desesperanza, situaciones donde parece que la única posibilidad de cambio es, justamente, quitarse la vida.

Según la Organización Mundial de la Salud – OMS-, es “un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y realizado por el sujeto, sabiendo o esperando su resultado mortal y siendo considerado por el autor como instrumento para obtener cambios deseables en su actividad consciente y medio social” (Benítez Villodres 2008).

Ni la nueva generación, ni nosotros estamos preparados para sostener, muchas veces, el dolor de esta vida, no tenemos los recursos, ni el lugar para conversar sobre estos temas. Debemos ponerle nombre a nuestro dolor y permitir que otros lo nombren también. Para luego tratar de darle un significado y procurar identificar la intensidad propia para cada individuo. Al no darle palabra al dolor se genera un espacio de encierro dentro de uno mismo, se comienza a fantasear y la muerte forma parte de esas fantasías. Esto debería ser un tema de conversación entre preadolescentes, adolescentes, jóvenes y aún entre los adultos. El silencio nunca es buen consejero cuando corre peligro la vida.


El desenlace del dolor

Cuando el dolor es puesto sobre la mesa, las personas tendemos a actuar y poner en funcionamiento algunos mecanismos para tratar de sobrellevarlo o terminar con él:

a.    Negación: es la invalidación de una parte de la información desagradable o no deseada, y en vivir como si ella no existiera. Implica la falta de esperanza en poder cambiar la situación objetiva. Al no poder cambiar lo que vivo o sufro, lo niego. Un ejemplo de esto puede darse en situaciones donde un cambio o reconocimiento podría desestructurarnos: reconocer que mi pareja es violenta, reconocer que fracasé en algún aspecto de mi vida, etc.
b.    Maltrato: la violencia es dolor que se proyecta hacia los demás o hacia uno mismo. En contextos sociales como iglesias, colegios, familias y comunidades podemos encontrar personas que se entregan a la manipulación, el desprecio y estigmatización como forma de un suicidio indirecto. Donde no se acaba con la vida física, pero sí con la vida espiritual, social, intelectual y emocional.
c.    Suicidio: es la acción voluntaria por la cual una persona decide quitarse la vida. Generalmente una persona se quita la vida por el pasado que ha vivido. Por eso nos llama la atención que siempre que una persona se suicida decimo “que joven que era”, “tenía toda una vida por delante”, etc. La persona no se mata por su presente o su futuro, sino por su pasado. La angustia es una de las principales causas de suicidio, generada por maltratos en la infancia por parte de personas significativas. También una de las causas de tales acciones se da en personas que no son aceptadas por sus redes sociales más cercanas, por ejemplo la comunidad homosexual.
d.    Adicción: hace un tiempo un amigo especializado en consumo problemático  me decía que había desarrollado una definición de adicción: “no poder expresar el dolor a las personas que amaba”. El dolor que no se drena en entornos de cuidado se termina canalizando en los alivios pasajeros que generan las sustancias o los hábitos que nos alejan de una realidad social que no nos abraza, sino que nos estigmatiza.
e.    Duelo: es cuando la realidad que se me impone es contraria a mi deseo. Un ejemplo es cuando una persona que amo y deseo a mi lado, ya no está. Cuando tenía la ilusión de tal o cual cosa o proyecto y no es posible alcanzarlo. El duelo duele y es un proceso que podemos transitar para entender el valor de aquello que he perdido.


El suicidio como último acto

Podemos decir que el suicidio es la última oportunidad o último acto para que algo cambie. En casi todos los casos se buscan generar gestos suicidas, avisos, llamados de atención de parte del suicida para su entorno. Para poder identificar estos gestos debemos tener en cuenta algunos factores asociados con el suicidio:

- Personales: alguna situación difícil que se haya vivido.
- De salud: una enfermedad o alguna discapacidad.
- Entorno familiar: que pueda generar angustia y falta de seguridad.
- Impulsividad y cruzar el límite del auto maltrato.
- Pérdidas de afectos, de relaciones, de bienes.
- Depresión materna: cuando mamá sufre es difícil de sostener por los hijos.


¿Cómo prevenirlo?

Cuando no concientizamos, no somos sensibles, no hablamos, no vemos el suicidio como una posibilidad y no abrimos el tema, estamos, de forma directa, silenciando la vida y dándole voz a la muerte.

Durante mis tiempos de asesoramiento de preadolescentes, adolescentes y jóvenes, como también con adultos, utilizo una serie de preguntas que pueden darme pistas o síntomas de una falta de vitalidad o sinsentido. Cada uno de los círculos que aparecen en el siguiente gráfico deben ser tenidos en cuenta como barreras que previenen o generan una red de contención alrededor de la persona. Veamos cada uno de estos círculos con detenimiento:


Primer círculo:

YO - ¿Cómo me autopercibo? ¿Cómo me veo? Son preguntas básicas para saber cómo se autoevalúa alguien, cómo está su autoestima o amor propio, si hay una tendencia positiva o negativa sobre uno mismo.
Si es muy positiva quizá tenga un problema de grandiosidad, me creo (o me exigen ser) bueno en todo y no me doy la posibilidad de cometer errores. En vez de estar en la media de la autopercepción se tiende a ser intachable, a ser bueno en todas las cosas, son los chicos “diez”, que se quiebran cuando algo les sale mal, esto se da en contextos de familias muy exigentes que presionan y tienen una mirada de excelencia y perfección. Donde hay que ser productivos siempre. No se puede descansar. Por lo general los chicos son muy activos y sienten culpa cuando no hacen algo. Autopercepción sobrevalorada.
En la mirada negativa del Yo se tiende a la depresión, a la baja autoestima, a la auto desvalorización. “No soy tan bueno”. Aquí vemos padres exigentes pero con una pedagogía negativa, donde solo se marca el error. Se tiende a una mirada negra sobre uno mismo y se generaliza: “no soy bueno en nada”.

En este círculo del gráfico (YO) podremos identificar cuán bien (o no) se autopercibe una persona.

Segundo círculo:

LOS DEMÁS - ¿Cómo veo a los demás? Aquí es fundamental saber si el chico o chica tiene amigos (personas con las cuales pasa tiempo de conversación y elige libremente estar con ellas), si confunde esta relación con la que tiene con sus pares (compañeros eventuales de actividades, escuela, club, iglesia, etc.). Con las nuevas tecnologías hay problemas para formar amistades significativas y esto puede causar que se tenga una idea muy idealizada de los demás o poco idealizada.
Es bueno preguntar si se percibe a los demás como buenos o malos, si se puede confiar en los demás, con quiénes puede ser uno mismo, si tiene alguna persona a quien le pueda contar tus secretos. Otro factor importante aquí es si en su familia cabe la posibilidad de poder expresarse, o si esto es visto como algo defectuoso. Una de las funciones de la familia es la de protección de sus miembros, estén como estén, si esto no ocurre, estamos frente a una familia disfuncional (no cumple la función de comunidad de cuidado). Cuando puedo ver como se auto percibe y como ve a los demás, ya puedo ver síntomas suficientes, para ver qué pueden llevar a una persona a pensar en no seguir con su vida.

Tercer círculo:

LA VIDA - ¿Cómo percibe la vida? ¿Tiene sentido? ¿Para qué estamos viviendo? ¿Por qué hoy no te quitaste la vida? Es una pregunta peligrosa porque puede ser que no encontremos un porqué o algo que nos sostenga a esta vida, pero la pregunta es esencial para poder entender para qué estamos aquí y ahora. De esta manera podremos tener pistas y así entender si existe angustia, depresión o ansiedad al vivir. Podremos identificar que lo sostiene a la vida. Cuales son sus anclas.

Cuarto círculo:

EL MUNDO - ¿Cómo veo al mundo? El ambiente donde vivo. Tiene que ver con el sentido de pertenencia, si encuentra su lugar, su espacio en su familia, ciudad, colegio, etc. Si aprecia la naturaleza y aquello que lo rodea. Los chicos deben saber que hay horizontes. Cuando no los ve, se tiende mucho más al sinsentido porque la persona tiene una sensación de encierro. Los límites sociales, culturales, familiares, también pueden ser inconvenientes, cuando se ve sin muchas oportunidades.

Quinto círculo:

DIOS -¿Cómo percibe a Dios? Como un padre, como un ser autoritario, castigador o amoroso. Muchas veces, la imagen que podemos tener de Dios, se genera desde nuestras comunidades de fe y puede ser desvirtuada. También la familia y el liderazgo tienen parte en la formación del rostro de Dios que la nueva generación percibe.

Ojalá podamos transmitir un Dios que realmente quiere que vivamos una vida en abundancia, que ama nuestra vida, que no roba nuestras esperanzas, que no nos está señalando y juzgando. Tenemos que mostrar el Dios que nos mostro Jesús, un Dios que no juzga, que se junta con aquellos que quizá no entran en el círculo cerrado de la “normalidad”  o de la gente políticamente correcta. Creo que podemos salvar la vida de muchos, mostrando a un Jesús que abraza a aquellos que se reconocen enfermos, imperfectos, humanos, grises. Un Jesús que come y bebe con los que son despreciados por otros que se creen santos e intachables.

Hace un tiempo escribí un libro titulado Se vale ser humano. Estaba viviendo una circunstancia particular y aunque no tuve intentos de suicidio sí vino a mi mente la posibilidad de terminar con mi vida. Había entrado en conflicto con los círculos graficados, se habían roto muchas barreras que me protegían o eso creía. Y pude ver a Dios desde otro lugar, pude ver a un Dios misericordioso, que aunque todos nos suelten, Su mano nos sostiene. Un Dios que nos dice que si aún tu padre o tu madre te abandonan, Él nunca lo hará. Un Dios que a través de Jesucristo nos dice que va a estar con nosotros todos nuestros días, toda nuestra vida. Un Dios que fortalece cada uno de los círculos. Dios siempre busca darnos ánimo para seguir adelante, para conectarnos con otros y así le devolvamos sentido a la vida. Deseo que la nueva generación vea a este mundo como un mundo que tiene cosas buenas y que vale la pena ser disfrutado, y que Él está alrededor de todo eso.

Ojalá podamos agudizar nuestros sentidos empáticos, de amor desinteresado hacia los demás y de cuidado preferencial hacia lo único que se nos ha encomendado cuidar: nuestra vida.


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